Fragmento de El caminante del sombrero blanco
Camina que camina el caminante. Va con el ritmo acompasado de sus pisadas recogiendo retazos de periódicos que echa en los bolsillos de su pantalón, pedazos de peinillas que exhibe en su camisa como medallas consagradas a su tenacidad.
Al caminante le encantan los caminos. No parece cansarle la insaciable compulsión por recorrer atajos y veredas, alzarse en los mogotes, caerse y levantarse en las pendientes, pero siempre buscar su D u l c i m í a, la muchacha perdida o tal vez secuestrada por los desentendidos de la felicidad.
De El caminante del sombrero blanco
Al caminante le encantan los caminos. No parece cansarle la insaciable compulsión por recorrer atajos y veredas, alzarse en los mogotes, caerse y levantarse en las pendientes, pero siempre buscar su D u l c i m í a, la muchacha perdida o tal vez secuestrada por los desentendidos de la felicidad.
De El caminante del sombrero blanco
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