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Mostrando entradas de agosto, 2016
De viejos y de locos Una de mis primeras confusiones fue asociar la vejez con la locura. Lo digo porque la infantil curiosidad me llevó a husmear reveladores contrasentidos entre los mayores. Nada sabía entonces de la psicosis, de las alucinaciones, de la catatonia y de otras patologías. Hablo del fisgoneo de mis pupilas niñas, como una cámara de cine escondida en algún rincón de la habitación. He dicho antes que uno de esos seres absorbentes fue mi padre. Algunas noches, al trasluz de una cortina, escondido y sorprendido, vi y escuché al Viejo decir palabras raras, que recogían preocupaciones y anhelos que no comprendía. Otra que también nos visitaba con regularidad era una divertida vecina llena de canas y de piel muy estrujada. Llegaba ensartando frases incoherentes con refranes colorados, luego se lanzaba al suelo en contorsiones que provocaban carcajadas de mis hermanos. Me hizo pensar que alguna gente mayor se paseaba desfachatadamente por la irrealidad. Mis temerosas curio...